La dignidad de las personas con autismo: TEActivismo

He querido escribir este texto, es porque es el eje del TEActivismo, el eje de la LUCHA TEA, mía y de todas las personas con autismo y sus familiares.

En primer lugar, quiero decir que el autismo no ha de ser entendido como un drama, el drama lo genera la sociedad, la sociedad que nos ve como personas de menos, que no acepta nuestra forma de ser, que califica todo de dificultades e incapacidades.

Cualquier persona podría ser feliz en una sociedad tolerante y respetuosa con la diversidad, pero es esa, la sociedad neurotípica la que nos ha convertido en discapacitados, enfermos, dependientes, inválidos, niños eternos, etc…

Nosotros no tenemos la culpa de la sociedad que se ha creado, simplemente hemos nacido en un mundo con mayoría de personas que tienen un neurotipo diferente al nuestro, ni mejor, ni peor, solo distinto.

Nosotros no somos enfermos, ni discapacitados, ni todos los calificativos y descalificaciones que nos puedan poner encima nuestro y etiquetarnos de por vida.

La diferencia, la etiqueta nos la pone la sociedad neurotípica (Que en este tipo de actitud ejerce un tipo muy sutil y casi invisible de opresión), cuando unos padres se enteran del diagnóstico del autismo se entristecen, ahí nos etiquetan en vez de respetarnos; se etiqueta cuando los demás niños nos hacen bullying, se etiqueta cuando los profesores de la universidad te ven como un problema en vez de una oportunidad de alguien en que aprender, se etiqueta cuando vas a buscar un trabajo y leen que eres TEA y no te quieren dar una oportunidad.

Se etiqueta cuando una mujer rechaza tu amistad por pensar que “eres un enfermo” y es mejor no acercarse a un “hombre perturbado”.

Todos nosotros hemos nacido libres e iguales, es lo que predican las democracias modernas, las religiones desde hace muchos siglos, sin embargo, siempre se nos descalifica, se nos desprecia, se nos rebaja.

El autismo no te convierte en un niño eterno, y con más de 18 años ya se es un adulto, si no quieren aceptarlo en su problema, que su desarrollo sea diferente no quiere decir que sea peor.

Cuando los neurotípicos nos miran hacia abajo, cuando no quieren que trabajemos con ellos, cuando nos rechazan en salir en grupo, cuando no quieren tenernos en sus clases, en sus mesas para comer con ellos, en ese momento es cuando nos están convirtiendo en algo de menos, no por nuestra forma de ser, por nuestro neurótipo, sino por el trato que nos están dando.

Cuando ellos toman una decisión por nosotros.

Cuando se ejerce sobre nosotros violencia física, psíquica y social… y cuando se niega que exista esta violencia.

Y así seguimos en esta sociedad, el autismo es una discriminación invisible, ¡cómo me gustaría ir a la universidad tranquilo!, ¡cómo me gustaría que los demás me pudieran comprender!, ¡cómo me gustaría poder tejer una amistad con una mujer sin que ella se viera acosada por un error mío!

Pero así son las cosas y así es la sociedad y no la podemos cambiar.

Afortunadamente ya hay algo que me da esperanza: hay una tolerancia mayor a las personas con diversidad de género, al colectivo LGTBI, y ver las calles llenas el 28 de junio me da esperanza de que algún día se llenen tanto el 2 de abril.

Por eso espero dejar mi huella en este mundo para que algún día el sufrimiento de las personas TEA y sus padres y hermanos que genera la sociedad opresiva no exista.


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