Un estudio reciente 1 refleja que algunas conexiones de las redes neuronales y motoras en los cerebros de personas con autismo son inusualmente deficientes, pero hay otras conexiones que mejoran a medida que se intensifican los rasgos característicos del autismo, lo que sin lugar a dudas, apunta hacia una base neurológica a los problemas sensoriales y motores en el autismo.
Los expertos consideraron que, los problemas sensoriales y motores, tal como la hipersensibilidad al sonido o una extraña forma de caminar, son solo rasgos secundarios del autismo, pero la creciente evidencia sugiere que tales rasgos juegan un papel importante en el autismo.
“Nuestros hallazgos son totalmente consistentes con la importancia de estos síntomas sensoriales así como de las redes sensoriales y motoras”, dice el investigador principal Jan Buitelaar, catedrático de psiquiatría infantil y adolescencia de la Universidad de Radboud en los Países Bajos.
Los resultados también coinciden con el trabajo que muestra que las interacciones entre las regiones visuales y motoras del cerebro no están sincronizadas en el autismo.
El estudio proporciona “algo de apoyo para la hipótesis de que la disminución de la integración visual-motora puede ser una característica del autismo”, dice Stewart Mostofsky, director del Centro de Investigación de Neurodesarrollo e Imagen en el Instituto Kennedy Krieger en Baltimore, Maryland, quien no participó en el trabajo.
El nuevo trabajo analiza las exploraciones cerebrales de casi 500 personas y representa la primera oleada de información de una ramificación de las Intervenciones Europeas de Autismo, (EU-AIMS). Ese proyecto masivo, tiene como objetivo identificar subtipos de autismo y biomarcadores de la condición.
La muestra amplia es una ventaja del estudio, dice Ralph-Axel Müller, catedrático de psicología de la Universidad Estatal de San Diego en California, quien no participó en el estudio. “Obviamente, la literatura, está llena de artículos que se basaron en muestras muy pequeñas, y eso siempre es un problema porque sabemos que probablemente hay muchos subtipos biológicos diferentes en autismo“.
Curiosa diafonía
El equipo de Buitelaar analizó escáneres cerebrales de 265 personas con autismo y 213 controles, en individuos con un rango de edades entre 6 a 30 años. Capturaron las imágenes mientras los participantes descansaban en un escáner.
Según los datos de 75 individuos del grupo de control, los investigadores dividieron el cerebro en 20 redes. Examinaron la llamada “conectividad funcional” 2 en estas redes en el resto de los participantes. (La conectividad funcional es una medida de la medida en que sincroniza la actividad en pares de áreas del cerebro).
Los investigadores no encontraron diferencias entre los dos grupos dentro de ninguna de las 20 redes cerebrales, sin embargo, encontraron que en los participantes con autismo, las redes que controlan la visión, el tacto y las habilidades motoras interactúan menos entre sí, que en los controles.
En contraste, la comunicación entre estas redes y el cerebelo, el cual está involucrado tanto en la coordinación motora como en la cognición, es más fuerte en los participantes con autismo que en los controles. Esto sugiere que la “arquitectura funcional del cerebro”, particularmente en lo que se refiere a cómo interactúan los diferentes sistemas cerebrales, es diferente en las personas con autismo que en los controles, dice Buitelaar. Los hallazgos contradicen a otros que sugieren que, los cerebros de personas con autismo muestran conectividad atípica dentro de varias redes cerebrales.
Una amplia mirada
Es posible que el rango amplio de edad de los participantes haya eliminado algunas de estas diferencias grupales, dice Müller. Puede que los investigadores no hayan visto las diferencias granulares entre los dos grupos porque buscaron solo en las grandes redes como unidades individuales, aunque cada una almacena varias regiones con diversas funciones. “Como un primer paso, estos hallazgos son interesantes”, dice Müller. “Pero los hallazgos no son muy específicos”.
Una interrupción en la conectividad, entre las redes sensoriales y motoras, podría tener efectos generalizados como por ejemplo, desarrollar habilidades sociales implica modelar el comportamiento de otros, lo que requiere observarlos e imitar sus acciones, dice Mostofsky
De acuerdo con este razonamiento, la fuerza de las conexiones entre el cerebelo y las redes táctiles y motoras se relaciona con la gravedad de los rasgos de autismo de los participantes, según lo mide la Escala de capacidad de respuesta social.
Lo mismo se aplica para la conectividad dentro de tres de las redes: aquellas que están implicadas en la atención, la toma de decisiones y las habilidades motoras. Cuanto más fuerte sea la conectividad, más pronunciada será la severidad del autismo. El equipo de Buitelaar tiene en perspectiva investigar si los patrones de conectividad sensorial y motora se pueden ser utilizados para identificar subtipos de autismo.
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©Fundación Simons, Spectrum y autores, todos los derechos reservados.
©Traducción Pamela Palomeque
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Bibliografía:
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