La tarea de reciclado en niños con autismo y capacidades diferentes, es una actividad inclusiva que les permite ser protagonistas de su proceso de aprendizaje.
Reciclar como actividad ecológica.
Las actividades relacionadas con el reciclado no sólo constituyen una propuesta que permite aproximarnos a una toma de conciencia sobre las ventajas de la reutilización de ciertos elementos que se desechan junto con la basura, como el plástico, papel, cartón, etcétera; sino que nos habilitan a construir un conjunto de conocimientos en lo que refiere al cuidado del medio ambiente en el que habitamos.
En este sentido, se considera a la actividad de reciclado como una tarea de funcionalidad pedagógica.
¿Por qué reciclar?
En primer lugar, esta actividad pone en relieve una zona de aprendizaje cuyo nivel próximo se encuentra en el mundo en que vivimos y que, de una u otra manera, modificamos a través de la experiencia.
En segundo lugar, constituye una modalidad de toma de conciencia del cuidado, no sólo del medioambiente, sino de las personas con las que convivimos en sociedad, y de nosotros mismos.
El reciclado está íntimamente ligado a la creatividad, ya que esta capacidad es la que se pone en juego al tratar de aplicar una nueva utilidad a un elemento que se consideraba ya como parte potencial de los desechos.
El reciclado como actividad pedagógica e inclusiva
Hablamos del reciclado como actividad funcional a lo pedagógico, aplicable no sólo en la construcción de aprendizajes con niños neurotípicos sino que puede (y debería) dirigirse a niños con discapacidad, tornándose de esta manera como una actividad inclusiva. Pero, ¿cómo se apunta, entonces, a esta modalidad?
Si pensamos los proyectos educativos ligados al reciclado y al cuidado del medio ambiente en general, como nociones que se pueden enseñar, estas parten de una concepción constructivista de la educación, aplicando una metodología dinámica, participativa, interactiva y vivencial, que implica a las personas como sujetos activos, habilitándolas, a ser protagonistas del proceso de aprendizaje, facilitando así la inclusión de las diferencias, ya que este tipo de experiencia posibilita un ambiente solidario y tolerante en la convivencia de formas de comunicación. Habilidades sociales y formas de percibir el mundo, más allá de los prejuicios del imaginario social.
Considerando al reciclado como una actividad pedagógica inclusiva, se puede concebir como una modalidad de educación que entienda a la naturaleza como un sistema en evolución, en el que la toma de conciencia se torna participativa y posibilitadora una utilización sensata y racional de los recursos.
Este tipo de dinámicas pueden incluir a todas las personas, sin hacer distinciones de ningún tipo, favoreciendo las adaptaciones necesarias en cada caso y, sobre todo, fomentando una participación activa, creativa y rica en matices vivenciales.
Algunos establecimientos educativos (tanto escuelas de educación común como de educación especial y algunos centros especializados en el área de discapacidad), trabajan con estos ejes desde hace tiempo, e incluso propician talleres y charlas informativas. Es de esperarse que, en un futuro, este tipo de actividades puedan formar parte de los programas de enseñanza, en forma más generalizada.
Todo parte desde la familia
La construcción de la primera toma de conciencia acerca del cuidado, en general, parte sin duda, del ámbito familiar.
Desde que enseñamos a los niños que la casa debe estar limpia y ordenada, que los desechos se tiran en un recipiente a ellos destinado, que debemos cuidar nuestra higiene general y personal, no sólo fomentamos habilidades básicas de auto valimiento y cuidado, sino que es una forma de estimular una mirada ecológica, si partimos a priori de la idea que cuidando en forma sensata y adecuada de nosotros mismos, sin duda podremos cuidar adecuadamente de los otros y del mundo que nos rodea.
En lo que a actividades de reciclado refiere, desde casa también se puede fomentar la creatividad enseñando a construir diferentes objetos a los niños con cartón, plástico o elementos que sean útiles a estos fines, y que quizá no requieran tener el recipiente de desechos como destino final.
Este tipo de actividades no sólo produce gratificación y fomenta la creatividad, sino que posibilita la capacidad de una toma de conciencia a nivel familiar, ya que si los niños perciben que quienes están a cargo de ellos pueden ser participativos y constructores de concientización, será más sencillo el poder adquirir estas nociones, ya que entonces se admite una transmisión que perdurará, en el mejor de los casos, a lo largo del tiempo.
Desde la familia, con creatividad, conciencia y participación, se puede transmitir la mirada y la acción ecológica como valores educativos que contribuirán, seguramente, a fomentar más valores positivos en los niños, a lo largo de su crianza.
Convivencia en armonía, más allá de las diferencias. No sólo los ayudaremos a fomentar su creatividad y a dar valor a lo que los rodea, sino que, sin duda, lo que logren aprender con respecto a este tipo de actividades, le servirá para contribuir a la construcción de un mundo con una mejor calidad de vida.
Autores:
Lic Ivana Hamm. Licenciada en Psicología, egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA). MN 50069 / MP: 95510
Lic. Sebastian Isaguirre Licenciado en Psicologia MN 50828 MP 95664, egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA), vicedirector del Centro Educativo Terapéutico Espacio.
Facebook: Centro Educativo Terapéutico Espacio.
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