La obesidad es una pesada carga para los niños con autismo

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Durante años, Sarabeth Broder-Fingert se había dado cuenta de que muchos niños con autismo que visitaron su clínica tenían sobrepeso u obesidad, y ella había comenzado a observar esta tendencia. Pero no fue hasta que conoció a una chica en particular que se dio cuenta de la obesidad no es sólo un aspecto de la salud de los niños con autismo: Puede ser el centro de sus vidas.

En este caso, por ejemplo, la adolescente había superado a sus padres, y éstos ya no eran capaces de protegerla durante sus arrebatos. En otros niños, la obesidad puede afectar a diversos aspectos de la vida, desde que los pone en riesgo de acoso escolar a problemas de salud más inmediatos.

En 2014, Broder-Fingert y sus colegas informaron de los resultados del primer estudio riguroso y a gran escala para investigar la obesidad en el autismo. Estudiaron a casi 6.700 niños, y encontraron que las personas con autismo son dos veces más propensas a tener sobrepeso, y casi cinco veces más probabilidades de ser obesos, en comparación a niños neurotípicos(1).

La obesidad en la infancia puede tener un impacto duradero en la salud de estas personas. Un estudio de adultos con autismo, publicados este año, encontró que el 34 por ciento son obesos, en comparación con el 27 por ciento de los controles. También tienen tasas más altas de complicaciones de salud relacionadas con el exceso de peso, como la diabetes tipo 2 y enfermedades del corazón(2).

“Estamos en un punto concluyente de que este es un problema real”, dice Broder-Fingert, profesor asistente de pediatría en la Universidad de Boston. “Ahora la comunidad científica tiene que empezar a pensar en por qué y qué podemos hacer al respecto.”.

Factores de riesgo:

Dos estudios publicados en junio de fortalecen el vínculo entre el autismo y la obesidad.

Uno, en el Journal of Developmental and Behavioral Pediatrics, encontró que aproximadamente el 40 por ciento de los niños con autismo entre las edades de 10 y 17 años tienen sobrepeso o son obesos, en comparación con el 30 por ciento de los controles (Niños neurotípicos) en el mismo rango de edad(3). El otro estudio, publicado en PeerJ, encontró que los niños con autismo tienen más probabilidades de ser muy pesado o muy delgada en comparación con sus pares(4).

Ambos estudios ponen de manifiesto la falta de factores de riesgo para la obesidad generalizables en el autismo, y los retos de la prevención y/o tratamiento de la misma.

Hay varias razones por las que un niño con autismo puede llegar a ser obeso. Los niños con autismo a menudo son muy restrictivos con la alimentación, rechazando las verduras o insisten en comer sólo ciertos alimentos, como fideos. También pueden ser menos propensos a participar en actividades grupales que promueven el ejercicio físico. Y ciertos medicamentos prescritos para estos niños, como la risperidona y otros antipsicóticos, pueden causar un aumento de peso.

Uno de los nuevos estudios analizaró los factores de riesgo modificables de la obesidad en 45.000 niños de 10 a 17 años -incluyendo más de 900 con autismo- cuyas familias participaron en una encuesta telefónica dirigida por la U.S. National Survey of Children’s Health (Encuesta Nacional de Salud Infantil). Los investigadores no encontraron diferencias significativas en los niveles de problemas de tiempo de pantalla, de actividad física o de sueño entre los niños con autismo que son obesos y los que tienen peso normal. Sin embargo, los niños con autismo son menos activos en general que aquellos sin el trastorno.

A pesar de la falta de tendencias claras, hay indicios de que la falta de sueño y la falta de actividad física pueden ser factores de riesgo importantes para algunos niños con autismo, dice la investigadora principal, Meredith Dreyer Gillette, profesora asociada de pediatría en la Universidad de Missouri-Kansas City. Ella dice que mejorar el sueño y aumentar la actividad física puede ayudar a algunos niños con autismo perder el peso extra.

Reparto de Genes:

El segundo estudio se centró en el índice de masa corporal (IMC), una medida que combina la altura y el peso, en más de 11.000 niños suecos de entre 9 y 12 años de edad. Aunque sólo 343 de los niños cumplieron con los criterios para el autismo, casi el 5 por ciento de ellos tenía un nivel demasiado elevado de IMC, comparado con el 2 por ciento de los controles. Es más, aproximadamente el 3 por ciento de los niños con autismo tenían un nivel demasiado bajo de IMC, en comparación con aproximadamente el 2 por ciento de los controles.

El estudio también encontró que los comportamientos inflexibles o repetitivos fueron más pronunciad0s en los niños con autismo que tenían una IMC extrema, tanto por exceso como por defecto. Esto sugiere que el ser quisquilloso, por ejemplo, podría contribuir a la obesidad y la delgadez extrema, dice la investigadora principal, Nora Kerekes, profesora asociada de psiquiatría de la Universidad de Gotemburgo en Suecia.

Además, los investigadores se centraron en 1.518 gemelos (monocigóticos) y 1.900 mellizos (dicigóticos) en un intento de analizar las contribuciones genéticas y ambientales a la obesidad. Encontraron que aproximadamente el 30 por ciento mas de los gemelos idénticos tienen un IMC similar que en los mellizos. Esto apoya la noción popular de que la obesidad es en gran parte de origen genético, aunque hubo muy pocos participantes con autismo como para dar fortaleza a este punto específico.

Al menos en algunos casos, está claro que la misma mutación genética que conduce al autismo también causa obesidad. Por ejemplo, deleciones en la región cromosómica 16p11.2 o 11p14.1 conducen a un mayor riesgo de autismo y obesidad. Por el contrario, las personas con una copia extra de la región 16p11.2 son a menudo inusualmente delgadas.

Debido a que el autismo se debe a una serie de factores de riesgo, algunos investigadores dicen que subgrupos de niños con autismo en función de su mutación genética particular pueden aclarar el vínculo de obesidad en cada uno de los grupos.

“Hemos demostrado con creces que en el autismo y en la obesidad, ninguna dieta, ni una sola intervención, sirve para todo el mundo”, dice David Ledbetter, director científico del Sistema de Salud Geisinger en Danville, Pensilvania. “Hacemos leña del árbol caído en busca de un solo tratamiento, de una única intervención, cuando sabemos que ambos trastornos tienen un gran número de contribuyentes genéticos.”.

Los investigadores también tienen que seguir los mismos niños a través del tiempo para ver cuando se convierten en obesos y cómo sus comportamientos individuales pueden contribuir al aumento de peso, dice Broder-Fingert.

“Probablemente múltiples cosas están contribuyendo, y cuando están todas juntos al mismo tiempo, hacen que realmente se de este aumento de la prevalencia de la obesidad”, añade Broder-Fingert. “Queremos seguir los niños a través del tiempo. ¿Algunos niños que empezaron siendo grandes, continuaran haciéndose grandes?, ¿o en algún momento esto se invertirá? No tenemos aun la respuesta.

Referencias:

  1. Broder-Fingert S. et al. Acad. Pediatr. 14, 408-414 (2014) PubMed
  2. Croen L.A. et al. Autism Epub ahead of print (2015) PubMed
  3. Dreyer Gillette M.L. et al. J. Dev. Behav. Pediatr. 36, 489-496 (2015) PubMed
  4. Kerekes N. et al. PeerJ 3, e1024 (2015) PubMed

Spectrum ofrece noticias y análisis de los avances en la investigación del autismo. Los fondos para Spectrum provienen de la Simons Foundation Autism Research Initiative (SFARI), pero el medio de comunicación es editorialmente independiente “.
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©Traducción Autismo Diario
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3 comentarios en «La obesidad es una pesada carga para los niños con autismo»

  1. Yo considero que lo que podría ayudar en el caso de la obesidad podría ser la famosísima dieta D.A.N: que se prescribe como protocolo biomédico: libre de gluten, caseína, proteína de soya y azucar refinada. Podría ser de ayuda ya que así se pueden consumir menos hidratos de carbono y se evita la acumulación excesiva de calorías que se traduce en obesidad.
    Desde que yo comencé la dieta bajé casi 14 kilos en 6 meses y llevo casi 3 años haciéndola.

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