En ocasiones, dentro del marco de la consulta psicológica, se experimentan situaciones donde algunos padres de personas con un trastorno del espectro del autismo (TEA), manifiestan una reticencia a preguntar lo relativo a esta condición, entendida esta reticencia como cierto recelo o reserva a interrogar al profesional sobre ciertas cuestiones relativas al autismo que presenta su hijo/a, reacción que resulta lógica debido a las características intrínsecas y un tanto impredecibles que presenta este desorden.
Entonces pueden surgir diversas sensaciones y/o estados: por ejemplo ansiedades, temores o dudas, así como la impotencia relativa al “¿por qué a nosotros?, y/o la urgencia del “¿ahora qué hago?”, que se sumará a las vicisitudes que cotidianamente nos muestran estos padres en su particular y muy propia convivencia con el autismo de su hijo/a.
Se trata de una mezcla de sensaciones encontradas, a veces difusas, contrariadas, desordenadas….a cerca de lo que realmente quieren saber y al mismo tiempo y en casos menos frecuentes, de lo que deliberadamente prefieren no enterarse.
Los diversos e inestables estados emocionales que a menudo presentan estos padres, tienden por tanto a paralizar los mensajes que pujan para ser expresados; pero que a medida que transcurren las sesiones, el fluir de las palabras por fin se va instalando en pos de la aparición de respuestas esclarecedoras, apaciguadoras y contenedoras, haciendo posible encajar aquellas piezas sueltas que todavía no pueden nominarse.
El asesoramiento y el acompañamiento emocional a las familias de personas que presentan Trastornos del Espectro del Autismo, es deber del buen ejercicio profesional del psicólogo, que con su obligatoria formación y sana ética permitirá justamente responder a una demanda que a priori, parece no tener un nombre específico, sin que esto sea una condición susceptible de no ser reconstruida, diluida o desvelada para la persona que decide realizar este arduo pero muy válido camino. Y digo demanda sin nombre, porque sostengo que la necesidad de un acompañamiento terapéutico hacia los padres y familiares de personas con TEA es de una relevancia poco desdeñable y de una eficacia más que corroborada en la práctica clínica.
A mi criterio se hace imprescindible y por ende, se torna menester, preguntar al profesional para conocer más y mejor sobre este trastorno del desarrollo, para añadir información y con ella su consecuente formación: información de lo que se trata y entrañan los TEA y formación para saber de qué manera se pueden abordar los mismos.
Cuando preguntamos obtenemos siempre alguna clase de respuesta, sea o no la esperada, sea o no la predecible o la deseada; a veces incluso obtenemos un atisbo de respuesta en forma de eco, que vendrá a ratificar esa primera formulación, y que podrá generar nuevas incógnitas erigidas a partir de ella.
Las posibles respuestas están allí, esperando pacientes a ser visitadas, a ser requeridas, a ser rescatadas.
Porque si los padres preguntan, correrán el riesgo de disipar sus dudas, de aclarar situaciones antes confusas, crearán otro espacio donde podrán compartir con el otro su queja, su pena, su malestar, y en ése compartir, también podrán partir ese desasosiego, esa frustración o preocupación que duele, limita o no les permite avanzar hacia la búsqueda de respuestas.
Cuando los padres de las personas con TEA se atreven a preguntar, descubren una respuesta que puede aliviarles, que intenta arrojar luz al desvalimiento, a la fatiga, a la desazón; removiendo aquellas preguntas postergadas, negadas, segregadas, no reconocidas, así como también preguntas perseguidas, anhelantes y expectantes de más y más respuestas.
Cuando los padres preguntan todo lo concerniente al trastorno de su hijo/a, estamos conectando con el engranaje que encauzará sus tambaleantes ideas, sus dilaciones, sus tenues datos y sus cálculos desfavorecidos, para encauzarlos a sus respectivas causas y efectos, hacia el sentido y la raíz de muchos de sus estados, pensamientos, elecciones o maneras de ver y posicionarse ante la vida y ante los desafíos que implica esta condición llamada autismo.
Cuando los padres se preguntan, están ampliando sus propias curiosidades para hacerlas trascender y que vayan creciendo junto a otras preguntas que hayan emitido o que emitirán después, otros padres, preguntas que se extenderán adquiriendo un nuevo aspecto, enriqueciendo las diversas perspectivas y miradas de los que aún no poseen ninguna respuesta.
Cuando padres o familiares de personas con TEA nos pregunten y se pregunten, cobijaremos sus interrogantes de cualquier peligro de errata, de caída o de vacío, abordando la realidad desde sus dóciles palabras, sin apresarlos, otorgándoles una alternativa fiable a cada una de sus interpelaciones.
Por eso preguntad sin temor, sin reglas ni convencionalismos, sin protocolos que acoten vuestra imaginación o la necesidad vital de preguntar y preguntarse. Es vuestro derecho a saber.
Preguntad sin más, para vislumbrar por fin el auténtico sentido de la ansiada y estabilizadora respuesta, aunque ésta, a veces, sólo origine más preguntas.
Autora: Psicóloga Rossana Viapiano Dilascio, contenidos extraídos de su libro “Autismo y Espejismo”. Lo que confunde y aliena en los adultos con Trastornos del Espectro del Autismo (TEA), Editorial Círculo Rojo, Junio de 2014.-
© Rossana Viapiano Dilascio, todos los derechos reservados.
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Hola gracias x sus artículos todos son muy útiles para todas las familias les quiero pedir su ayuda si me pueden informar si saben de alguien que imparta un curso o algún terapeuta aquí en México df, que aplique el nuevo método para la adquisición de lenguaje en niños con autismo del cual ustedes sacaron un artículo hace unos días he tratado de encontrar aquí en México información sobre este método pero no he logrado encontrar nada se llama AMTT..por favor si saben algo me pueden ayudar….mi correo es jasl97@yahoo.com.mx gracias.