¿Por qué (algunos) niños con autismo tienen dificultades para reconocer caras?

Esta semana, compartimos la publicación de nuestra invitada, la maravillosa Ellie Wilson. Actualmente, está trabajando en el Instituto de Psiquiatría de Londres. Ellie tiene la honorable distinción de ser mi primera alumna doctoranda. Esta publicación trata sobre los dos estudios que concluyeron su tesis sobre el reconocimiento facial en el autismo. Todo tuyo, Ellie…

Las caras son en esencia muy parecidas: básicamente tienen dos ojos sobre la nariz y una boca. Sin embargo, la mayoría de las personas tienen la habilidad de distinguir diferencias muy sutiles en las distintas caras y de interpretarlas adecuadamente. Esto resulta de gran ayuda para la interacción social: podemos distinguir quiénes son las otras personas, si las conocemos o no, podemos distinguir si son hombre o mujer y qué edad aproximada tienen, e incluso cómo se podrían estar sintiendo.

El déficit de procesamiento de expresiones faciales está ampliamente reconocido en las personas con autismo. No obstante, ha aumentado la cantidad de pruebas, provenientes tanto de estudios científicos como de anécdotas personales, que evidencian dificultades en el reconocimiento de identidad facial.

Hace varios años trabajé con el método de terapia ABA con una niñita llamada Clare (nombre ficticio). Clare tenía un autismo profundo y su conducta inestable junto con su energía incontenible la hacían muy popular en su clase. A pesar de su popularidad, Clare siempre confundía los nombres de sus compañeros. No parecía percatarse de los errores y tampoco prestaba mucha atención a las constantes correcciones. En cambio, nosotros sí estábamos un poco preocupados, nos imaginábamos que después de un tiempo los otros niños podrían llegar a ofenderse si ella seguía sin poder identificarlos. Por ello, en un intento por preservar la reputación social de Clare, su madre le sacó una fotografía a cada compañero de clase y Clare y yo practicamos con varios juegos de “¿Quién es este?”. Si bien mejoró mucho en el reconocimiento de las fotografías, no estoy segura de que en realidad haya mejorado nombrando a los niños en la vida real.

Un año después empecé a revisar la bibliografía que utilicé para mi doctorado sobre el reconocimiento facial en el autismo. “Reconocimiento de caras” y “autismo” muestra más de 600 resultados en la página Web of Science. Los métodos experimentales que se han utilizado en estos estudios varían enormemente: algunos utilizaban pruebas de memoria, de buscar la misma imagen, o de encontrar las diferencias. Las caras se mostraban dadas vuelta, borrosas, o sin el pelo. Los rasgos faciales se movían o cambiaban de lugar, o incluso se incrustaban en una cara diferente… ¿y cuáles fueron los resultados? Algunos estudios evidenciaron deficiencias y otros no.

Estaba confundida.

Emparentar las imágenes iguales

Se me ocurrió que cabía la posibilidad de que algunas actividades permitieran que los participantes se desempeñaran bien aunque no fuesen de hecho muy buenos para el reconocimiento de identidad facial. Para esto me sirvió de mucho el consejo (y las imágenes de rostros) del Prof. Mike Burton, que en ese momento formaba parte del Glasgow Face Recognition Group. Este grupo ya había realizado estudios muy interesantes que revelaban que las personas reconocen fácilmente la misma foto de una persona, pero les es mucho más difícil cuando tienen que emparentar dos fotos diferentes de una misma persona si no la conocen. Entonces, nos preguntamos: ¿cuando los participantes con autismo se desempeñan bien en las pruebas de reconocimiento facial están simplemente “emparentando imágenes iguales”?

Ejemplos de dos pruebas. En la izquierda, una de las imágenes de abajo es la misma que la de arriba. En la derecha, la persona de la parte inferior izquierda es la misma que la de arriba pero en una foto diferente.

Ejemplos de dos pruebas. En la izquierda, una de las imágenes de abajo es la misma que la de arriba. En la derecha, la persona de la parte inferior izquierda es la misma que la de arriba pero en una foto diferente.
Ejemplos de dos pruebas. En la izquierda, una de las imágenes de abajo es la misma que la de arriba. En la derecha, la persona de la parte inferior izquierda es la misma que la de arriba pero en una foto diferente.

Mi primera experimentación puso a prueba esta hipótesis. Les dimos a los niños dos versiones diferentes de una simple prueba de unir caras iguales. Primero, los niños verían una cara en la pantalla de la computadora. Luego, se les mostraban otras dos caras y debían decidir si alguna de estas últimas coincidía con la primera. En una de las versiones, la cara que debían reconocer sería exactamente la misma imagen que la primera. En la otra versión, la cara correcta sería una imagen diferente de la misma persona. Obviamente, la segunda versión es más difícil, pero predijimos que el efecto de cambiar la imagen sería aún mayor en niños con autismo, ya que evitaba que usaran la estrategia de “unir imágenes iguales”.

El desempeño en la prueba fue mucho mejor en las imágenes iguales que en las diferentes, pero el efecto fue idéntico para ambos grupos (niños con TEA (ASD) y niños con desarrollo típico (TD)).

El desempeño en la prueba fue mucho mejor en las imágenes iguales que en las diferentes, pero el efecto fue idéntico para ambos grupos (niños con TEA (ASD) y niños con desarrollo típico (TD)).
El desempeño en la prueba fue mucho mejor en las imágenes iguales que en las diferentes, pero el efecto fue idéntico para ambos grupos (niños con TEA (ASD) y niños con desarrollo típico (TD)).

Armada con computadoras portátiles, monitores de pantalla táctil, pruebas de CI, y una gran cantidad de adhesivos muy inspiradores, visité todas las escuelas de Sídney, haciéndole pruebas a niños de distintas edades (de 4 a 16 años), distintos CI (60 – 130), y distintos grados de entusiasmo (desde aquellos totalmente desinteresados hasta los más entusiastas). Los resultados, en un total de 70 niños, revelaron que el efecto de cambiar la imagen fue prácticamente el mismo para los niños con autismo que para los niños del grupo control con desarrollo típico.

Hipótesis rechazada.

Cada símbolo representa a un niño. Los resultados por encima de 1,64 se consideran apropiados para la edad. Aproximadamente la mitad de los niños con autismo se encontraban en este rango “normal”.
Cada símbolo representa a un niño. Los resultados por encima de 1,64 se consideran apropiados para la edad. Aproximadamente la mitad de los niños con autismo se encontraban en este rango “normal”.

Variación individual

A continuación, nos centramos en los resultados individuales de cada niño. Como era de esperar, los niños más grandes se desempeñaron mejor que los más jóvenes. Así, establecimos unos resultados estándar según la edad para mostrar qué tan bien le había ido a cada niño de acuerdo con su edad. Los resultados revelaron que los niveles de habilidad en el grupo con autismo variaban enormemente. Algunos niños presentaban deficiencias y otros no, pero esto no se explicaba por las diferencias en inteligencia.

La pregunta para el resto del doctorado cambio a ¿por qué algunos niños con autismo tienen dificultades para reconocer caras?

La mirada

Probablemente los resultados más interesantes los obtuve en el último estudio que realicé en el utilicé un rastreador de ojos para controlar qué parte de la imagen miraban los niños al realizar las pruebas de reconocimiento facial. Una idea que puse a prueba fue la de la relación que existía entre el desempeño del niño en las pruebas de reconocimiento facial y el tiempo que pasaba ese niño mirando la región de los ojos en las caras que estaban tratando de aprender. Evitar el contacto visual es uno de los síntomas más comunes de las personas con TEA, e incluso existen estudios que demuestran que al menos algunos niños con autismo incluso evitan el contacto visual con los personajes de las películas. Esto puede ser perjudicial para el reconocimiento facial, ya que se considera que la región de los ojos es de especial importancia para reconocer identidades.

No obstante, en nuestro estudio no encontramos una correlación entre el tiempo que destinaban a mirar los ojos y el desempeño en las pruebas. Otra hipótesis que se rechazó.

Escaneo Dinámico

Lo siguiente fue estudiar la distribución de la atención alrededor de la cara. Si bien la mayoría de los adultos se centran más en los ojos que en cualquier otro rasgo de la cara, la atención se distribuye entre los principales rasgos de la cara (ojos, nariz, boca). Se cree que esto construye un precepto unificado de la cara que contiene información no sólo de los rasgos individuales sino también de su ubicación y relación espacial. Una falla en la distribución de la atención puede impedir un reconocimiento exitoso.

El desempeño en el reconocimiento facial no se estableció de acuerdo al tiempo que las personas dedicaban a mirar los ojos de la cara (a) sino que se estableció en base al Índice de Escaneo Dinámico (Dynamic Scanning Index) (b)
El desempeño en el reconocimiento facial no se estableció de acuerdo al tiempo que las personas dedicaban a mirar los ojos de la cara (a) sino que se estableció en base al Índice de Escaneo Dinámico (Dynamic Scanning Index) (b)

El desempeño en el reconocimiento facial no se estableció de acuerdo al tiempo que las personas dedicaban a mirar los ojos de la cara (a) sino que se estableció en base al Índice de Escaneo Dinámico (Dynamic Scanning Index) (b)

Para demostrar esta idea desarrollamos lo que nosotros denominamos “Índice de Escaneo Dinámico” (Dynamic Scanning Index), que indica el número de veces que un participante realiza un movimiento sacádico hacia y desde un área del rostro con rasgos principales. Como resultado vimos que los niños que movían más sus ojos alrededor de la cara se desempeñaban mejor en el reconocimiento facial. Esto se comprobó tanto en niños con autismo como en niños con desarrollo típico.

En promedio, los niños con autismo presentaban Índices de Escaneo Dinámico muy por debajo del de los niños con desarrollo típico. Sin embargo, los niños con autismo que presentaron índices normales también mostraron un buen desempeño en el reconocimiento de caras.

Todavía no sabemos si existe o no una relación causal entre el reconocimiento de identidad y el escaneo dinámico de las caras, y si existiera, en qué dirección se relacionan. Una reducción de movimientos oculares alrededor del rostro puede significar una deficiencia en la habilidad para reconocer caras, pero también es posible que las dificultades en el reconocimiento facial tengan como resultado un individuo que desarrolle rutas de escaneo de cara poco comunes.

¿A dónde llegamos con esto?

La principal conclusión que se extrajo del doctorado fue que algunos pero no todos los niños con autismo presentan dificultades en el reconocimiento de identidad facial. Luego de llevar a cabo diferentes experimentos (no todos los realizados se presentaron aquí) este fue el resultado más claro que se obtuvo. Esto sirve de ejemplo para la mayoría (si no todos) los síntomas y características del TEA: las variaciones dentro de grupos con participantes con autismo son esperables, y los investigadores deberían esforzarse más por explicar esta variación en vez de solo buscar las diferencias generales entre los grupos.

Algunos niños con autismo sí mostraron claras dificultades a la hora de reconocer caras, y una pregunta fundamental es si la intervención sería beneficiosa o no. El entrenamiento de personas para mover los ojos alrededor de las caras, por ejemplo, podría mejorar las habilidades de reconocimiento facial. En el pasado, hubo algunos estudios con este tipo de entrenamiento, pero los resultados no fueron del todo convincentes. Esto podría deberse al hecho de que se estaban entrenando las habilidades equivocadas, o también podría deberse a que las personas a las que estaban intentando entrenar no tenían, para empezar, ningún problema.

Lectura complementaria:

Artículo sobre prosopagnosia (face-blindness) en personas sin autismo, escrito por la otra directora de tesis de Ellie, Romina Palermo, que actualmente trabaja en la Universidad de Australia Occidental (University of Western Australia).

Referencias bibliográficas:

  1. Wilson CE, Palermo R, Burton AM, & Brock J (2011). Recognition of own- and other-race faces in autism spectrum disorders. Quarterly journal of experimental psychology, 64 (10), 1939-54 PMID: 21895562 PDF
  2. Wilson CE, Palermo R, & Brock J (2012). Visual scan paths and recognition of facial identity in autism spectrum disorder and typical development. PloS one, 7 (5) PMID: 22666378 Open Access

Puede leer el texto original en inglés aquí

© Jon Brock, todos los derechos reservados.
Este artículo no puede ser reproducido ni copiado sin autorización expresa.
Traducido del original en Inglés por Paula Lamadrid Rodríguez para Autismo Diario


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