Según un estudio de la UC Davis School of Medecine, las mujeres que no tomaban a diario vitaminas, antes de quedarse embarazadas y durante el primer mes de embarazo, multiplican por dos las probabilidades de que tengan un hijo con autismo, frente a las mujeres que sí las toman. Estos datos han sido publicados en el estudio “Prenatal Vitamins, One-carbon Metabolism Gene Variants, and Risk for Autism” que publicó en su edición electrónica la revista Epidemiology el pasado día 23 de Mayo.
Según Rebecca J. Schmidt, profesora asistente en el Departamento de Ciencias de Salud Pública en la Facultad de Medicina de UC Davis y autora principal del estudio, “las madres que tienen hijos con autismo, tienen menos posibilidades de decir que tomaron vitaminas prenatales durante los tres meses previos al embarazo y el primer mes del mismo, que aquellas madres de hijos son ningún trastorno”. Este estudio es el primero que se hace basado en esta línea y los autores dice que el resultado es suficientemente robusto. Pero si además, los padres tenían una mayor predisposición genética, y la madre no había consumido estas vitaminas, el riesgo se multiplica por siete.
Los autores postulan que el ácido fólico, la forma sintética del folato o vitamina B9 y las demás vitaminas B en suplementos prenatales, probablemente protejan en contra de déficits en el desarrollo temprano del cerebro del feto. Se sabe que el folato es crítico para el neurodesarrollo, y los estudios han determinado que el consumo adicional de ácido fólico puede prevenir un máximo del 70 por ciento de los defectos del tubo neural.
“Este resultado parece ser el primer ejemplo de interacción entre los genes y el medio ambiente en el autismo … Es ampliamente aceptado que los trastornos del espectro autista son el resultado de factores múltiples, que sería extremadamente raro encontrar a alguien que tuviera una sola causa para este síndrome del comportamiento. Sin embargo, estudios anteriores sobre los genes han ignorado generalmente la posibilidad de que los genes podrían actuar de acuerdo con las exposiciones ambientales”, dijo Irva Hertz-Picciotto, profesora y jefa de la división de salud ambiental y ocupacional en el Departamento de Ciencias de Salud Pública en la Facultad de Medicina de UC Davis.
Para realizar el estudio, los investigadores recopilaron datos de aproximadamente 700 familias del Norte de California con niños de 2 a 5 años de edad que sufrían de autismo o desarrollo típico y eran participantes en el estudio del Riesgo del Autismo en la Infancia de la Genética y del Medio Ambiente (Childhood Autism Risk from Genetics and the Environment – CHARGE) entre enero del 2003 a diciembre del 2009. Todos los niños nacieron en California y provenían de familias que hablaban inglés o español. Los diagnósticos de autismo se confirmaron a través de pruebas en el Instituto de MIND de UC Davis.
A las mujeres que participaron en el estudio de CHARGE se les preguntó por teléfono si tomaban vitaminas prenatales, multivitaminas u otros suplementos en algún momento durante los tres meses antes de y durante sus embarazos y durante el amamantamiento. Si la persona que respondía decía que había tomado vitaminas, se le preguntaba qué tipo tomaba, qué dosis y con qué frecuencia y durante qué meses del embarazo las consumía.
“Dado que a las madres se les preguntó acerca del consumo de vitaminas, años después de sus embarazos y después de que se conociera la situación del desarrollo infantil de sus hijos, se supone que los datos pueden presentar algún error. Además, en comparación con las madres que tienen a un hijo con autismo, las madres cuyos hijos muestran un desarrollo típico podrían tener menos probabilidades de recordar con precisión, simplemente porque tienen menos razones para reflexionar y estar preocupadas acerca de su comportamiento años atrás. Esto podría haber influenciado los resultados”, dijo Schmidt. Se necesitan realizar investigaciones adicionales para descartar la influencia en estos datos.
Los investigadores tomaron en cuenta la educación materna y el año en que nació el niño. Los resultados fueron los mismos cuando también se tomó en cuenta la edad de la madre. Sin embargo, después del primer mes del embarazo, no había ninguna diferencia entre las madres que tomaban vitaminas prenatales y las que no las tomaban. Esto indica que, para cuando la mayoría de las mujeres se dan cuenta de que están embarazadas, el tomar suplementos prenatales podría no beneficiar al niño, en términos del riesgo para el autismo.
Los efectos de interacción considerable se observaron para dos genes maternos, incluyendo un variante bien estudiado sobre el gen de la enzima metilenetetrahidrofolato reductasa (methylenetetrahydrofolate reductase – MTHFR) asociado con el metabolismo de folato menos eficaz y mayores niveles de homocisteína, un aminoácido.
Las madres de niños con autismo tenían 4.5 veces más probabilidades de tener el genotipo MTHFR 677 TT menos eficaz y de informar que no tomaban vitaminas prenatales durante el período previo a la concepción, que las madres de hijos que se desarrollaban típicamente.
El otro variante del gen materno con una interacción considerable conduce a una actividad reducida de la cistationina-beta-sintasa (cystathionine-beta-synthase – CBS) y a la homocisteína en plasma elevada. Además, el mayor riesgo para el autismo se asocia con otros variantes de genes maternos asociados con el metabolismo de un carbono menos eficaz, pero sólo si la madre informó que no tomó vitaminas prenatales en los primeros meses antes e inmediatamente después de la concepción.
Además, el ser homocigoto para un variante común funcional en el gen de catecol-O-metiltransferasa (catechol-O-methyltransferase – COMT) del niño se asociaba con más de siete veces el riesgo calculado para autismo en las madres que dijeron que no tomaban suplementos antes del momento de la concepción, en comparación con los niños con otros genotipos, cuyas madres sí aseguraron haber tomado vitaminas prenatales periconcepcionales.
Este gen reduce la actividad de la enzima de COMT de tres a cuatro pliegues. La enzima de COMT, bien conocida por su papel en la degradación de la dopamina, se activa durante el neurodesarrollo temprano. Las diferencias estructurales y funcionales del cerebro se han descrito en todos los genotipos de la enzima de COMT, particularmente en las regiones del hipocampo y prefrontales de la corteza afectadas por el autismo.
“Las buenas noticias son que si este resultado se duplica, éste proporcionará una medida basada en pruebas, barata, relativamente simple, que las mujeres pueden tomar para reducir los riesgos para su hijo, que es tomar vitaminas prenatales tan pronto como les sea posible en el embarazo e inclusive al planificar el embarazo”, dijo Hertz-Picciotto.
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